sábado, 1 de octubre de 2011

Coyolxauhqui, la diosa de la Luna



La mitología azteca narra que estando un día Coatlicue, la diosa de la tierra, barriendo el templo del Cerro de Coatepec, unas plumas descendieron sobre ésta, que las recogió y guardó en su seno, quedando así embarazada. Su hija Coyolxauhqui al enterarse dio la noticia a sus 400 hermanos, los Surianos, que se sintieron deshonrados, y juntos, conducidos por ella decidieron dar muerte a su madre para acabar con tal humillación.

Coatlicue se refugió en el cerro, atemorizada por las amenazas de sus hijos, pero el hijo que llevaba en el vientre la habló, pidiendo que se tranquilizara, que él la protegería.
 
Lo Surianos, ataviados de guerreros luciendo afiladas puntas con vistosas plumas y pinturas, cada vez estaban más próximos guiados por su hermana Coyolxauhqui. En ese momento, Coatlicue dio a luz a Huitzilopochtli, dios del sol y de la guerra, el cual nació como adulto y vestido de guerrero dispuesto para la lucha, junto a una serpiente de fuego. Cuando tuvo al alcance a Coyolxauhqui la decapitó y lanzó el resto del cuerpo cerro abajo, provocando que éste se desmembrara. El resto de los hermanos también cayeron bajo la furia de Huitzilopochtli, uno a uno, y los pocos que lograron escapar marcharon hacia el sur.

La victoria del Huitzilopochtli, dios del sol, sobre su hermana la diosa de la luna y los 400 Surianos, las estrellas, se reproduce en cada amanecer. Es decir, la victoria de la luz sobre las sombras.

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